En su momento, las polémicas declaraciones de José Pablo Feinmann sacudieron como un cachetazo a la comunidad de bloggers. No hubo quien tuviese un blog que no se sintiese aludido o directamente ofendido. Y sin embargo, lo que Feinmann dijo no sólo es verdad, sino que además se limitó a reactualizar un concepto que ya había sido vertido antes, aplicado a otras tecnologías de la comunicación, por otros pensadores de mayor talla. Pocos notaron la gran diferencia que media entre afirmar que "hoy cualquier pelotudo tiene un blog", y sostener que "todo aquel que tiene un blog es un pelotudo". Errada esta segunda idea, ajena a los dichos de Feinmann, la primera sentencia tiene en cambio su razón de ser.
Por extraño que parezca, si hemos traído aquí a Feinmann es para retomar el concepto de Marshall McLuhan de que "el medio es el mensaje". Antes de que Gutemberg inventara la imprenta de tipos móviles ya existía la escritura, tanto como existían los libros. Lo que logró el ingenio gutembergiano fue poner los libros al alcance de muchas más personas. Pero la realidad es que este movimiento, que claramente no puede ser sino bien visto desde una perspectiva iluminista, también conlleva un aspecto negativo: al tener más gente acceso a los libros, hubo por un lado gente más cultivada, pero también apareció un público cada vez más amplio que, sabiendo ahora leer y escribir, no se interesó por los contenidos de alto nivel intelectual, sino que reclamó literaturas pasatistas, amarillismos varios, chismorrería barata. Y claramente la incorporación de estos contenidos conlleva un efecto depresor en el nivel cultural. Es la superficialización.
"El problema es que escribís demasiado largo; lo que estás haciendo es un blog, no una monografía", me dice -palabras más, palabras menos- una lectora de la primera entrada de este espacio. Y acá entonces de nuevo: el medio es el mensaje. O por lo menos lo condiciona, lo determina. Cuando nace internet, la utopía es la democratización, la horizontalidad que propone la nueva tecnología informática. Pero junto con esta democratización viene implícita cierta exigencia del formato: la brevedad, que en algún punto se liga con la banalidad. Cualquier persona puede abrir hoy un blog. No se requieren conocimientos específicos. Del mismo modo que cualquier persona, incluso sin ser un literato, puede hoy por sus propios medios editar un libro. Pero ni el libro ni el blog, por el mismo hecho de ser cada vez más accesibles, garantizan la capacidad intelectual de sus creadores. Y dentro de este contexto pierden sustancia. Hoy cualquiera puede escribir un libro. Cualquiera puede tener un blog. Incluso un pelotudo.
En este contexto, cabe preguntar qué representa la utilización de un blog como herramienta para la enseñanza. ¿Será lo mismo que uno, como estudiante, lea ciertas ideas en un apunte fotocopiado que en el libro del cual ese apunte se fotocopió? Probablemente la respuesta sea un rotundo no. El libro lleva implícito cierta noción de perdurabilidad, falaz o no, que las fotocopias no tienen. Ni hablar entonces de la fugacidad de un medio electrónico. Las ideas son las mismas, pero el medio condiciona, ya sea por cuestiones pragmáticas, que favorezcan o entorpezcan la comprensión o el desarrollo, o simbólicas.
Pero el blog tiene seguramente otras ventajas: cada vez más cotidiano, hay cada vez más personas a las que le resulta un dispositivo familiar, amigable, que permite al blogger entrar a la casa del lector, ser su confidente, mantener con él una suerte de intimidad, incluso siendo meramente virtual y electrónica. Claro que no se espera por lo general de un blog una dosis elevada de contenido. Y por supuesto este es un prejuicio, que bien cabe intentar quebrar. Pero el prejuicio existe, y necesitamos sopesarlo convenientemente. Así como también sus ventajas y sus potencialidades.
Pero si logramos que un blog sea un medio que favorezca el contacto, ya estaremos dando un primer paso importantísimo. Porque para transmitir una idea, sea por el medio que sea, lo primero que hay que lograr es interesar al otro. Y si usted, estimado lector, ha llegado aquí, hasta esta última línea de esta humilde argumentación, de mi parte puedo darme por satisfecho: este blog ya ha cumplido con cierto objetivo.
Hola Germán! ¿Cómo estás? Cursé contigo pero ya no recuerdo elaño, debe de haber sido 2009 segundo cuat... Por ahi. Bueno, vine porque estaba comentando mi experiencia en tu curso, y luego de dar la dirección de aquel blog,,,,, tuve que googlearte porque me decían las personas que van a cursar psico... que no estaba ese blog... así que llegué a tu nueva dirección. Yo comencé a estudiar bandoneón, en Avellaneda (en la escuela de músia popular) así que cuando esté a la altura de las ircuntanias, y si es que continuás estando en esas cuestiones de sonidos y presentaciones... te aviso. Un saludo! (si no me recordás... soy quién llevó lamáscara de un mono ala última clase). Guada
Navidades
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